Hebrón
Jebrón vista panorámica superior. Tomada de youtube: Hebron. Lugar de los tiempos de Génesis. Desde Adán hasta Abraham. Cueva de los Patriarcas @relaxing.walker
“Y falleció Saráh en Quiryat Arbá, que es Jebrón, – en la tierra de Quenahan… Bereshit 23:1”
Jebrón, una de las ciudades más antiguas y sagradas del pueblo judío, ocupa un lugar central en su historia e identidad. No solo es un sitio histórico; representa también una conexión espiritual profunda, impregnada de simbolismo, tradiciones y significados que perduran hasta hoy, consolidándose como el vínculo ancestral y la expresión viva de la continuidad del pueblo judío.
Jebrón: sus orígenes y nombre
Jebrón, conocida también como «la ciudad de los cuatro» o «Kiriyat Arba», tiene un nombre con varias interpretaciones:
Una de ellas alude a los cuatro gigantes que habitaron allí: «Y el nombre de Jebrón, anteriormente era: Kiriat Arva, que era el (nombre del) hombre más grande entre los gigantes. Y la tierra tuvo descanso de la guerra.» (Yehoshua 14:15). Según Abarbanel, “Arva” podría referirse al número cuatro en hebreo (“arba”), dándole el sentido de “la ciudad de los cuatro” (Ajimán, Sheshai, Talmón y su padre, Anak).
Otra interpretación sugiere que representa a las cuatro parejas enterradas en la Cueva de Majpelá: Adán y Java, Abraham y Sara, Itzjak y Rivká, Yaakov y Lea, los primeros humanos y los ancestros del pueblo judío. El Meam Loez subraya que Jebrón es la “Ciudad de los Patriarcas,” acentuando su santidad al albergar a los fundadores de Israel, lo que convierte a Jebrón en un lugar de especial conexión espiritual y sagrado.
El Nombre Jebrón
En hebreo, “Jebrón” (חברון) se asocia con “jibur” (חיבור), que significa “conexión” o “unión.” Esto se relaciona con la unión de los patriarcas y matriarcas con el pueblo de Israel y, según el Midrash HaGadol, entre los mundos superiores e inferiores. Jebrón, y en particular la Cueva de Majpelá, es considerada la “puerta al Gan Eden”, un lugar de profunda conexión espiritual.
La compra del campo de Hefrón por Abraham
El Midrash Bereshit Rabá (58:4) relata cómo Abraham compró la Cueva de Majpelá para enterrar a Sara, otorgando a Jebrón un lugar eterno en la memoria judía. Según el Midrash, Abraham fue guiado espiritualmente a elegir este sitio por su conexión con el Jardín del Edén. En otros textos, como el Zohar, se describe la cueva como un umbral entre el mundo físico y el espiritual, un lugar donde convergen energías espirituales únicas.
Históricamente, Abraham adquiere el campo de Hefrón que está a las afueras de la ciudad y formaliza la compra ante los jueces y dirigentes Jititas en una audiencia pública. En la Torá (Bereshit 23:3-16), se enfatiza que Abraham pide específicamente una “ajuzat kever” (אחזת־קבר), una “propiedad para sepultura,” la raíz verbal de אחזה es: א-ח-ז que significa: “agarrarse de algo, arraigarse”. Abraham buscaba afianzar su conexión con sus raíces y establecer este lugar como un “raizal” para su descendencia. Aunque los dirigentes locales le ofrecen gratuitamente un sitio de sepultura, Abraham insiste en comprar una propiedad específica con tumba, procurando así un lazo duradero entre el pasado y el futuro. Al negarse a recibir la cueva como regalo y pagar el precio completo, Abraham asegura la propiedad del lugar para sus descendientes. Este acto no sólo simboliza la conexión física de los patriarcas con la tierra, sino también su vínculo espiritual, destinado a transmitirse a las futuras generaciones de Israel.
A partir de esta adquisición, Jebrón se convierte en el escenario de importantes eventos que marcarán el destino de Israel, como exploraremos más adelante.
El precio de la Compra de Abraham.
“Señor mío, escúchame: Una tierra de cuatrocientos shekalim de Plata – entre mí y ti- ¿qué es? ¡Sepulta, pues, a tu difunto!” Bereshit 23:15
La compra de la Cueva de Majpelá por Abraham es el primer acto de adquisición legal de tierras en Israel que registra la Torá, y es también la transacción más cara en todo el Tanak. El Midrash (Bereshit Rabá 58:7) destaca el pago de 400 shekalim de plata, subrayando la importancia espiritual de la cueva como lugar de descanso de los patriarcas y matriarcas. Para los sabios, este alto costo refleja la santidad y el valor eterno de esta tierra, elevando a Jebrón a un lugar especial en la Tierra de Israel.
Rashi comenta que la mención de los 400 shekalim de “comercial corriente” (Bereshit 23:16) indica un precio extremadamente alto. La frase “עובר לסוחר” (“Over LaSojer”) señala una moneda de gran valor y sugiere que Hefrón impuso un precio exorbitante. El Kli Yakar ofrece una interpretación alegórica, relacionando los 400 shekalim con los 400 años de exilio profetizados para los descendientes de Abraham (Bereshit 15:13), de modo que este alto costo simboliza el sacrificio y sufrimiento que el pueblo judío deberá experimentar antes de heredar su tierra.
El Zohar también relaciona el número 400 con un nivel elevado de juicio y severidad en las esferas espirituales. Para el Zohar, el pago de Abraham mitiga este juicio divino, asegurando la tierra para sus descendientes. En el simbolismo bíblico, el número 400 (ת) representa la completitud o cierre de un ciclo; en este caso, podría deducirse que Abraham completa un ciclo necesario para garantizar la posesión y protección de la tierra para sus futuras generaciones.
Junto a la compra de Majpelá, existen dos adquisiciones adicionales en el Tanaj en las que se destaca el precio de la tierra: la compra de Shejem por Yaakov a los hijos de Jamor (Bereshit 33:19) y la adquisición del Monte del Templo por el Rey David a Aravná el Iebusí (2 Shmuel 24:18 – 1 Divrei HaYamim 21:25). La tradición sostiene que estas tres adquisiciones establecen una posesión incuestionable sobre Jebrón, Shejem y Jerusalén, tres lugares sagrados y centrales para el pueblo judío, donde el acto de compra asegura tanto la propiedad legal como el valor espiritual de estos sitios.
Jebrón: Centro de Episodios Fundamentales en la Historia Judía
Jebrón en las eras bíblicas: Patriarcas, De Egipto a Quenaan, Asentamiento, Reinado, Retorno a Tzión.
Jebrón es escenario de múltiples episodios críticos en la historia judía, desde su establecimiento como zona de asentamiento y lugar de descanso de los patriarcas. La Torá relata cómo Abraham adquirió el campo de Hefrón y todo lo que contenía, estableciendo una posesión en la tierra (Bereshit 23:17). Tiempo después, Yaakov se reunió allí con su padre Itzjak, y ambos moraron en este lugar tras la muerte de Abraham (Bereshit 35:27).
Jebrón es señalada en las Escrituras como una ciudad de gran antigüedad, fundada siete años antes que Tzoán en Egipto (Bamidbar 13:22). También fue desde Jebrón que Yaakov envió a Yosef para encontrarse con sus hermanos, evento que marcó el inicio de su exilio en Egipto (Bereshit 37:14). Al acercarse a la Tierra de Israel, Moshé envió a los doce espías a explorar la región; ellos ingresaron por el Neguev hasta Jebrón, donde la tradición sostiene que sólo Kaleb ben Yefunéh llegó específicamente a esta ciudad para conectarse espiritualmente con los patriarcas y fortalecerse para la conquista.
Tras los 40 años en el desierto, al concluir el castigo por el pecado de los espías, Yehoshúa capturó Jebrón y la otorgó a Kaleb ben Yefunéh (Yehoshua 10:36-37; 11:21; 14:13-14; 15:13; Jueces 1:20). Esta ciudad fue designada por HaShem, mediante Yehoshúa, como una de las seis ciudades de refugio y por consiguiente, como una ciudad asignada para los Cohanim en el territorio de Yehudá (Yehoshua 20:1-7).
Años más tarde, Jebrón se convierte en la cuna del reinado de David, quien gobierna allí por siete años y seis meses (2 Shmuel 2:1-4; 3:19; 1 Divrei HaYamim 11:1-3) antes de trasladarse a Jerusalén. Con su reinado en Jebrón, la ciudad adquiere un papel central en el reino del sur, y más tarde sería también el lugar donde Avshalom, hijo de David, comenzaría su rebelión (2 Shmuel 15:7-10). Durante el periodo del Retorno a Tzión, la ciudad sigue habitada por judíos (Nejemía 11:25), y Jebrón permanece como un punto crucial de la Tierra de Israel.
Jebrón desde el segundo templo a la era moderna
En la época de la conquista romana, Herodes el Grande (un converso) construyó el edificio sobre Mearat HaMajpelá, utilizando el mismo tipo de piedras que se emplearon en el Segundo Templo, similares a las que aún se pueden ver en la base del Kotel HaMaaravi en Jerusalén. Originalmente, el edificio era una explanada abierta al aire libre.
En la era bizantina, el edificio de Herodes fue transformado en iglesia; durante el primer periodo musulmán, se convirtió en mezquita. En la época de las cruzadas, volvió a ser iglesia, y luego, en el segundo periodo musulmán, fue nuevamente mezquita. Con la llegada de los mamelucos a Jebrón en 1260, se añadieron dos minaretes al edificio sobre Mearat HaMajpelá. Seis años más tarde, Baibars I, sultán de Egipto y Siria, prohibió a judíos y cristianos ingresar al edificio situado sobre la cueva, permitiéndoles solo subir unos pocos escalones en el muro oriental; pasar del séptimo escalón resultaba en castigo por parte del guardia de turno.
Los dos minaretes construidos por los mamelucos en el año 1260 de la era común marcan el edificio histórico. Bajo el lugar donde se alza la bandera, se encontraban las escalinatas permitidas solo hasta el séptimo escalón. Hoy en día, la gente reza frente a este muro y deja notas entre sus piedras, ya que es el punto más cercano a la tumba de Itzjak Avinu, donde, según la tradición, se encuentra el “Petaj Gan Edén”, la entrada al Gan Eden.
Foto del Canal de Youtube “Descubriendo la Torá”
La comunidad judía de Jebrón fue menguando desde el decreto en el periodo mameluco, registrándose unas 20 familias. Más tarde, en la época otomana del siglo 16, quedaron entre 8 y 10 familias. A mediados de ese siglo, Jebrón fue declarada una de las “cuatro ciudades santas de Israel” (ארבע ערי הקודש) junto con Jerusalén, Safed y Tiberíades, bajo la dirección de rabinos como Moshe Alshich, Yosef Caro, Yitzchak Luria y David Ibn Zimra (Radbaz). Estos rabinos permitieron que las comunidades de la diáspora recaudaran fondos para apoyar a sus hermanos en Israel.
En 1540, el famoso cabalista Malkiel Ashkenazi compró un patio de la pequeña comunidad caraíta y estableció la sinagoga sefardí Abraham Avinu. En 1659, Abraham Pereyra de Ámsterdam fundó la yeshivá Hesed Le’Abraham en Jebrón, atrayendo a numerosos estudiantes. En 1820 se fundó una comunidad judía asquenazí por orden del rabino Maladi de Jabad Hasidim, aunque en 1834 sufrió un pogromo liderado por Ibrahim Pasha. En 1850, la población judía estaba formada por 45-60 familias sefardíes y una comunidad asquenazí de unas 50 familias, principalmente polacas y rusas.
Durante el mandato británico, Jebrón fue severamente afectada por el terremoto de Jericó el 11 de julio de 1927, dejando pocas casas intactas. En 1929, la comunidad judía sufrió otro pogromo. En ese momento, la ciudad contaba con unos 20,000 habitantes, de los cuales aproximadamente 700 eran judíos; 435 sobrevivieron a la masacre. Tras este evento, 36 familias regresaron a Jebrón, pero ante la revuelta árabe palestina en 1936, el gobierno británico evacuó a estas familias por seguridad, salvo una: la familia de Yaakov Ezra, que vivía en Tel Jebrón y permaneció hasta la resolución de la Asamblea 29ª de las Naciones Unidas en noviembre de 1947.
Tras la declaración de independencia del Estado de Israel en 1948 y durante la Guerra de los Seis Días en 1967, el 8 de junio de ese año (29 de Iyar de 5727, a los 44 días de la cuenta del Omer), 700 años después de la prohibición musulmana de acceso a Mearat HaMajpelá, el gran rabino del ejército israelí, Shlomo Goren, entró a Jebrón; la ciudad estaba llena de banderas blancas, Goren se acercó a la puerta del edificio, llamó pero no le abrieron, disparó a la cerradura y rompió los pasadores con una barra de hierro. Al entrar, encontró a dos árabes, uno de ellos con un manojo de llaves el cual le arrebató para poder abrir los cerrojos internos de la cueva. Se puso los tefilín, tocó el shofar y leyó la parashá Jaie Sarah dentro de Mearat HaMajpelá. Al finalizar, un mensajero le informó que el alcalde de Jebrón deseaba rendirse formalmente. El eco del shofar resonando entre las piedras milenarias no solo anunció la liberación de un lugar sagrado, sino el renacimiento de un vínculo eterno e indestructible entre el pueblo judío y su tierra ancestral.
El rabino Shlomo Goren tocando un shofar en el muro occidental en Jerusalén, un día antes de tocar el shofar al entrar por el muro oriental de Mearat HaMajpelá.
Foto: Archivos de las FDI en el Ministerio de Defensa