7 últimas máximas del Rab de Salant

Extraído de ‘Banim Atem’ del Rab Daniel Oppenheimer

Aseo:
La Torá requiere que nuestros hogares, vestimentas y calles, estén limpias. Nuestra higiene personal y el aseo de nuestros cuerpos son imprescindibles. No provoquemos que los lugares públicos estén sucios.

Cuando Hillel se despedía de sus alumnos, estos le preguntaron: ¿Adónde te diriges? “A cumplir una Mitzvá“, les respondió. ¿Cuál Mitzvá? Preguntaron – respondió: A asearme en el baño. ¿Esta es una Mitzvá? Si en los teatros y aceras hay un encargado que se dedica a limpiar y cepillar las estatuas de los reyes… ¿no debemos nosotros que fuimos creados a semejanza de D”s, tener el mismo cuidado por nuestros cuerpos? (Vaikrá Raba 34:3).

Paciencia
Es imposible evitar algunos problemas. Debes empeñarte en mantener tu paciencia aún cuando te enfrentes a un disgusto que no puedes eludir. Cuando pierdes la paciencia tu fastidio parece peor de lo que realmente es y, como resultado, sufres aún más. Si tu inconveniente no puede ser solucionado inmediatamente, por ejemplo, una enfermedad, ¿por qué agregar preocupación e impaciencia y sufrir más?

Con fe no hay preguntas, sin fe no hay respuestas. (Jafetz Jaim).

Orden:
Guarda todo en su lugar ordenadamente para que no pierdas tiempo y paciencia en buscarlo. Todo lo que emprendes hazlo de manera organizada y metódica. Esfuérzate en concentrarte en lo que haces y no te distraigas con otros objetos y pensamientos.

Un rabino fue a visitar a su hijo que estudiaba en una Ieshivá.

Fue directamente a su dormitorio y encontró que su cama, su vestimenta y sus efectos personales estaban guardados cuidadosamente cada cual en su lugar. Al retirarse le preguntó el Rosh Ieshivá: “¿No va a ver a su hijo, ya que vino hasta aquí?” “No hace falta – contestó el padre –, si hay orden en su cuarto, también debe haberlo en su cabeza”.

Modestia
Para ser humilde y evitar la arrogancia, intenta aprender de otra persona. Te percatarás que toda persona posee conocimientos o virtudes que tú no tienes. Reconoce tus limitaciones y no menosprecies las buenas cualidades de tus compañeros. Nadie puede vanagloriarse de ser “lo más grande que hay”. Moisés, el máximo profeta, fue la persona más humilde de la historia.
Abate tu soberbia aquí, para que no seas humillado en el más allá (Shmot Raba 30:15).

Rectitud:
Ten en cuenta la enseñanza de Hillel: “Aquello que te es odiado a ti no hagas a tu compañero” (Talmud Bavli, Shabat, 31). Si deseas ser justo con tus semejantes, comienza cediendo y renunciando. Pronto te percatarás que la felicidad eterna proviene no de recibir, sino de entregar, no engañando sino brindándose, no en la búsqueda de placeres sino deleitando a los demás y siendo generoso y no envidioso. Quienes aman y practican la justicia son rectos y su conciencia está limpia.

A efectos de ser apto para un cargo rabínico (o liderazgo) la persona debe ser capaz de cumplir la Mitzvá, “no temerás a ninguna persona” (Rabí Israel Salanter).

Todo placer contiene un elemento de tristeza (Iaarot Dvash).

Austeridad: 
Hay muchas personas que a pesar de tener suficiente y ser ricos, son envidiosos de los demás. Esta clase de gente es desafortunada y nunca será feliz. Es siempre bueno seguir la enseñanza de Ben Zomá: “¿Quién es acaudalado?, Aquél que se alegra con su porción”. (ética de Nuestros Padres IV).

No emplees el dinero sino para hacer el bien – para ti y para los demás -. No malgastes aquello que tiene valor. El tzadik vigila su dinero cuidadosamente, pues le es preciado y casher. “Dinero casher” es aquel que fue ganado honestamente. La persona prudente es práctica en lo económico pero no es avara. El dinero es un medio para un objetivo, no lo ames como fin en sí mismo.
“Sabroso es al hombre el pan habido como engaño, mas después se le llenará la boca de cascajo”. (Mishlé 20:17).

Silencio:
Muchas personas entran en conflicto por decir cosas que no se deben. Por lo tanto, antes de abrir la boca, piensa primero y luego ábrela. Toma conciencia de aquello que estás por decir. Pregúntate: “¿Aquello que estoy por decir, traerá beneficio alguno a mí o a otros?” Si la respuesta es “no”, o si no estás seguro, es preferible el silencio. Mejor permanecer callado que lamentarse. El ser humano posee numerosas pasiones. Uno de sus rasgos más poderosos y únicos es su facultad de hablar. Hay personas que desarrollan una pasión por hablar mucho, responder mal, emplear un idioma perverso, e insultar hiriendo los sentimientos ajenos. Si deseas ser sabio, aprende a manejar los silencios.

La costumbre del mundo es que quien habla no hace obra, y quien hace obra no habla. (Avudraham).
Más fácil es retractarme de lo que no dije, que de lo que sí dije. (Ibn Gabirol).

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