Perashat Devarim 5784
Corre el mes de Av. Una particular sensación de desapego, de ‘desafectos’, parece invadir la rutina cotidiana. Algo así como que uno se ‘siente menos querido’. Sentimientos encontrados de desprotección, angustias, y reclamos por el abandono. Casi un prólogo –entre los primeros días del mes- para una noche y una mañana cuando, en medio de la oscuridad propia de la naturaleza, se nos agrega otra. Más profunda, diría que hasta más penetrante. Más amenazante. Y que intenta propagarse por entre las horas de un día, que ha sido siempre oscuro…o tal vez, ennegrecido por los matices de fuegos y lamentos, de hierros y maderas retorcidos; de almas suspirantes y de ahogos incontenidos…
Y sigue el mes de Av ‘disminuyendo cada alegría’, tornando el dolor y la impotencia en los sujetos de un tiempo que, lejos en la historia de los días, se hace presente, pisando fuerte en la memoria de los vivos, de los de hoy, de los del mañana, de los de siempre…
‘Tishá beAv’ ha pasado a ser un monumento a la resistencia al olvido. Han de pasar casi 2000 años de aquel escenario de destrucción. Pero el enemigo, el antisemitismo de siempre, y el terrorismo islámico desgraciado, no nos permiten “dejar las cosas en el pasado”… Todavía, y ¿cuántas décadas más me pregunto? El 7 de Octubre de 2023 dejará su sello de sangre inocente derramada por la mano asesina de Esav, Amalek, ahora vestidos de palestinos…No habrá lugar jamás para el olvido. Eso lo grabó cada 9 de Av en nuestro devenir por a historia…
Pueblo resiliente el pueblo judío. No lo dude mi querido lector. Saber vivir con el dolor, deja de ser sufrimiento para ser convivencia con el testimonio. Casi dos mil años nos separan en la cronología. Pero para el corazón, mil años, son un día. Toda la espera que dibuja a su amada amiga –la esperanza- y le prepara melodías; todo la desesperanza, que trae consigo a sus compañeros de ruta, el tormento, el hastío y la amargura, que preparan para el porvenir el brebaje del olvido.
Sentimientos encontrados decíamos… ¡Vaya si los hay! ¡Vaya si lo somos! Pero ¿Dónde está la verdad, D’s mío? ¿En el éxito de quien destruye o en la impotencia del destruido? La historia describe los hechos. La fe, relata los sentimientos. Y cuando algo se destruye, nadie debe explicarlo. Porque lo que sé, no requiere de explicación alguna. Pero los sentimientos… ¡Cómo duele! ¡Cuánto duele! ¿Y quién acallará tanto dolor?
Un maestro del jasidut, el Rabino de Slonim parece haber hallado el camino de las respuestas. Respuestas que asoman por entre los escombros de un edificio –toda la Santidad de la vida puesto en él- y entre dos protagonistas de un virtual encuentro…
“Y es a partir de ello que podamos explicar lo relatado cuando el filósofo Platón halló a Jeremías el Profeta clamando amargamente y llorando con dolor incontenible por la destrucción del Santuario, y que, al comprobar la gran sabiduría del Jeremías, le preguntó entonces si era apropiado para un sabio de su talla llorar por el pasado; si ya el Beit haMikdash había sido incendiado y no estaba más, y el pasado no existe…por lo tanto, ¿cuál era el provecho que sentía con su llanto?
Jeremías solo atinó a decirle: ‘No puedo responder a esta, tu pregunta, pues no comprenderás la respuesta’…”.
Curiosa situación. Más curiosa tal vez, la respuesta del profeta al genial filósofo griego. Pero la verdad, estaba encerrada en una realidad ajena al filósofo. El duelo por el Santuario, afirmaba el Rabino de Slonim, se basa sobre un anhelo desmesurado (diría hasta obsesivo M.M.) de verlo reconstruido por un lado, y también, por una catarsis del alma. Una suerte de exposición de ese alma, en el dolor y en el llanto, por el otro.
¿Qué le ocurre al Profeta Yirmiahu? Pasa por él una sensación de vacío existencial, que sólo puede verse abastecido por una realidad, al decir del libro de los Salmos: “Tzameá Lejá Nafshí, kamá Lejá besarí…” –‘mi alma está sedienta de Ti, mi carne Te anhela…’. Un hombre que no ‘puede sin D’s’. No puede ser si Su D’s…Siente nostalgia. Extraña. Se siente extraño. Está sumido en la oscuridad. No puede percibir siquiera un fino haz de luz proveniente de Lo Alto. Allí está Jeremías, sentado en tierra, y henchido por la emoción. Por la pérdida. Por sentirse extraviado entre los hombres…Y llora. Desconsoladamente. Llora y Platón no comprende su llanto. Y Jeremías… ¿cómo hace para explicarle? ¿Cómo explicar mi llanto? ¿Necesito explicarlo, se pregunta el profeta? Su llanto le aporta claridad a su sentimiento. Ese llanto, sólo le agrega perplejidad al filósofo, que no comprende a un hombre sabio, que llora sin cesar…
¿Cuál es el significado de ese llanto, entonces? El rabino de Slonim, nos sorprende una vez más: “Y lo vio, y he aquí un niño que lloraba, y dijo (la hija del Faraón): de los niños hebreos es este”…Por su llanto es que ella reconoció que era judío, pues vio que el niño lloraba un llanto de esperanza y no un llanto de desesperación, entonces dijo: ‘de los niños hebreos es este’. Era este un llanto puramente judío…”.
Esta es la respuesta de Jeremías a Platón, que no podría explicarle el sentido de su llanto, porque no lo habría de entender. ¿Cómo expresarle al filósofo que lloraba por la esperanza? Pues para ti, diría Jeremías, el llanto no es más que una expresión de desesperación por lo pasado…Pero para mí, mi llanto es recipiente de nostalgias y anhelos -¡fuertes anhelos!- por el futuro por venir…Por el por venir…
Este 9 de Av habremos de derramar lágrimas. Y es bueno hacerlo. Porque de esa manera, habremos de trazar un cauce imaginario de torrentes salinos, que se alleguen hasta la puerta de los Cielos y pidan permiso, ante El Creador, para iniciar la reconstrucción de nuestro Santuario. Lágrimas de esperanza. Una esperanza –‘Tikvá’- que también lleva casi dos mil años…
¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!
Rab Mordejai Maarabi
Ex Gran Rabino del Uruguay
Rabino de la Kehilá ‘Torá veJaim’, Ra’anana
Bet Midrash ‘Sifté Cohen’, Ra’anana
Ulpán Giyur «Mekor Jaim», en idioma español