Bet-El
Bet El (Casa de Dios) es un lugar profundamente significativo en la tradición judía y los Midrashim ofrecen una visión rica sobre su relevancia. El Midrash (Bereshit Rabbah 68:12) vincula la visión de Yaakov con la escalera que conecta el cielo y la tierra con la idea de que Bet El es un punto de intersección entre lo terrenal y lo celestial. La escalera representa la conexión espiritual entre Dios y el mundo, y los ángeles subiendo y bajando simbolizan la providencia divina que opera en la tierra.
El midrash nos cuenta que su propósito fue fortalecer a Yaacov quien era perseguido por Esav cuando iba camino a Labán, Hashem le aseguraba ayuda en el futuro. Yaacov vió como el “sar” ángel protector de Babel subía 70 peldaños, entonces entendió que sus hijos estarían exiliados en Babel 70 años, ya que cuando llegó al peldaño 70 cayó. Luego vió al ángel protector de Media que subió 52 peldaños y el ángel protector de Grecia 120 y cayeron, presagiando los correspondientes exilios. Luego vió como el ángel protector de Edom subía hasta desaparecer y no vió su caída, por lo que tuvo miedo y preguntó a Hashem si ese exilio tendría término. Hashem le respondió que él mismo se encargaría de hacerlo bajar. Luego vió subir a los ángeles de Eretz Israel quienes lo habían escoltado y ahora daban relevo a otros ángeles para acompañarle fuera de la Tierra de Israel.
Cuando Yaacov volvió en sí se dio cuenta que “la Shejiná mora en ese lugar” siempre, por lo que debemos entender que no se limita solo a la presencia del Bet haMikdash. Cuando uno reza en ese lugar, es como si rezara ante el Kise haKavod mismo, es la puerta a todas las tefilot. Es por esto que el Midrash interpreta que el lugar donde Yaakov se detuvo a dormir no era cualquier lugar, sino el mismísimo Har Moriá, el mismo sitio donde Avraham había estado dispuesto a sacrificar a Itzjak (Bereshit Rabbah 68:10). Según esta visión, el monte fue trasladado milagrosamente para encontrarse con Yaakov en su viaje, resaltando su centralidad como lugar de encuentro entre Dios y los patriarcas.
La narración sobre las piedras que Yaakov coloca alrededor de su cabeza también es desarrollada en el Midrash. Según Bereshit Rabbah (68:11), Yaacov seleccionó 12 piedras del mizbeaj construido por Abraham y las colocó alrededor suyo como protección de las fieras salvajes y utilizó una como almohada. En eso que meditaba que su abuelo se había casado con dos esposas y de ellas tuvo un hijo tzadik y otro rashá, él se planteaba, que él mismo estaba destinado a casarse con cuatro esposas y tener doce hijos, por lo que se preguntaba cuántos de esos hijos serían reshaim. Y promulgó, si las doce piedras se fusionan, tendré el mérito de que todos sean tzadikim. En tanto Yaacov se durmió las piedras discutieron entre sí, diciendo:«Sobre mí descansará la cabeza del justo.» Entonces, Dios las fusionó en una sola piedra, simbolizando la unidad y el futuro establecimiento del pueblo de Israel, que sería una nación unificada bajo Dios.
Cuando Yaakov nombra a este lugar Bet El, «Casa de Dios», se interpreta en el Midrash como una prefiguración del Templo en Jerusalén. Yaakov reconoce en Bet El un lugar de santidad y conexión divina. El Midrash resalta que las experiencias de Yaakov en Bet El son una preparación para el futuro rol del pueblo judío como guardianes de la santidad y la justicia en el mundo. El Midrash también comenta sobre la promesa divina que recibe Yaakov en este lugar. Se señala que la promesa de Dios de protegerlo y devolverlo a la tierra de Canaán incluye una enseñanza profunda sobre la confianza en la providencia divina. Yaakov, aunque enfrenta dificultades, tiene la seguridad de que Dios cumplirá Su palabra.
Finalmente, el Midrash menciona que el acto de Yaakov de hacer un voto en Bet El, comprometiéndose a establecer una relación especial con Dios, es emblemático del carácter judío: la reciprocidad en la relación con el Creador. Este pacto es visto como una base espiritual para la conexión eterna entre Dios y el pueblo de Israel. Bet El, a través de los ojos del Midrash, no es solo un lugar físico, sino un espacio espiritual donde se refuerzan las bases del monoteísmo, la conexión divina y el futuro del pueblo judío. Es el paradigma de el lugar donde se crea un espacio de encuentro profundo con Dios.
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