Ytzjak y su nueva ‘Akedá’
La promesa del Creador se cumple. Los días de Ytzjak se acercan a la vida de sus ancianos padres, trayendo la esperanza de vida y por sobre todo de continuidad. “Ba-ím ba-yamím” – ‘entrados en días’- hace alusión a la vejez pronunciada que parecía ocupar el escenario de sus vidas. Y sin embargo, Sará logra amamantar al niño Ytzjak, y de acuerdo al Midrash, ‘a todos los niños de esa generación’. Una maravilla renovada del Todopoderoso –“ve-al nifleotejá she-be-jol ‘et”- como rezamos tres veces al día en nuestro ‘Modím’. ‘Y por tus maravillas a cada instante’. No hay dudas. La vida de Ytzjak ha sido un milagro para sus padres, y una maravilla por parte del Cielo.
Todo parece indicar que la quietud y la armonía acompañan los días de sus padres y del niño. Sin embargo, algo cambia la dinámica de nuestra perashá: “Va-tere Sará et ben Hagar hamitzrit metzajek…”. ‘Y vió Sará al hijo de Hagar la egipcia…”metzajek”’…Dramática palabra que puede conjugar un arco de significados. Desde el simple juego de niños, hasta la risa morbosa de la burla y del desprecio, pasando por la idolatría y los juegos de la muerte…Todo eso y tal vez más parece insinuar un verbo polifacético, tanto como su practicante. El adolescente Yshma’el. Impensado, usted seguramente elucubrará, cómo en la casa de Abraham pueden convivir tantas ambivalencias, tantas incongruencias, tantos antagonismos.
Yshma’el es un mundo aparte. Ha tenido la fortuna de nacer de Abraham, pero pertenece a otra civilización. “Pere Adam” al decir de la sagrada Torá. Un salvaje venido a persona. Pero exaltar lo salvaje de él. Y la sagrada Torá es verdad. Una verdad que debemos leer en el tiempo. Desde donde se origina el concepto hasta donde ese criterio cobra una triste y cruel realidad.
Ytzjak habrá de crecer en ‘soledad’ tras la expulsión de Hagar y su hijo Yshma’el. Desiertos de distancia que fueron profundizando, imagino, los precipicios culturales y por sobre todo espirituales entre ambos descendientes del Patriarca Abraham. Paradojas bíblicas que parecen cobrar realidad en nuestros tiempos.
Yshma’el no ha podido superar aquella expulsión. Aún sabiendo que su vida no pertenecía al mundo moral, a los logros espirituales y ni siquiera, a ese puñado de tierra prometido y comprometido por D’s para su padre. Él es la fuerza del “Metzajek”, con todas sus connotaciones. Desde sus armas visibles hasta sus comportamientos bestiales que lo caracterizan desde entonces.
Pero nuestra perashá, pasa de un cuadro dramático a otro. Ytzjak, venido a adulto, habrá de afrontar tantas pruebas como su anciano padre. Y hacia el final de nuestra perashá, llegará la “Akedá”…’Akedat Ytzjak’. Ese hijo amado, deseado, la esperanza y la continuidad, deberá ser elevado como “’olá”, como ese ‘sacrificio ígneo’ que se eleva todo el cielo. “Olá Temimá”, un sacrificio de ascenso íntegro al decir de los sabios. Y aun sabiendo de ese destino, complejo, difícil y tal vez no muy comprendido pero pletórico de fe y entrega por la Santificación del Nombre Divino, la sagrada Torá enfatiza una y otra vez “veyelejú shenehém yajdav” – ‘y se encaminaron los dos, juntos’-…Sin especulaciones. Con demasiado amor, Con infinita Mesirut Nefesh. Esa entrega total y sincera…
Hoy, Ytzjak es llevado a otra ‘Akedá’. De la mano de Yshma’el. De aquel que ya desde adolescente demostró quién habría de ser. Pero la diferencia, es que en nuestra lectura semanal, Ytzjak va de la mano del ‘Jesed’, de la bondad irrestricta de su padre; hoy Ytzjak va de la mano cubierta de sangre inocente de niños, ancianos, padres, hombres y mujeres, de la bestia humana –‘pere adám’- de Yshma’el.
Solo me resta descubrir, D’s lo quiera, esa Voz del Cielo que vuelva a repetir hasta el cansancio “al tishlaj yadejá el ha.náar”… ¡No arrojes ya tu mano contra el joven!…Y aunque esa Voz se haga esperar, sigamos rogando para que nuestros “Ytzjakim”, esos hijos maravillosos que nos están defendiendo para que podamos vivir en paz, aquí en esta pequeña porción de tierra, Nuestra Tierra única y amada, para que estos ‘Ytzjakim’ vuelvan en paz a sus casas, a sus familias, a sus amados, y con vida…
Por todos ellos que nos han dejado la orden de seguir viviendo…
Por todos aquellos que sin poder despertar se sumieron en un sueño eterno de mano de la violencia irracional…
Por todos aquellos que esperan en algún agujero de ese nido de ratas llamado Gaza, para ser liberados…
Por cada Jayal, flores recién nacidas, que avanzan cada noche y cada día por tierras desgraciadas de Yshma’el, que HaShem ¡Los proteja y Guarde!!!
Por todos ellos y por todos nosotros…Roguemos por la paz. La paz de los vivos, como lo desea el judaísmo…Y no por la paz de los cementerios como vocifera la bestia que habita en Yshma’el…¡HaShem vengue la sangre de sus Hijos!!
Mordejai Maarabi