Publicado el 29 de marzo de 2016
He estado en Nueva York estos últimos días para dar una charla en el Museo del 11 de Septiembre que se ha erigido en el lugar donde una vez estuvieron las Torres Gemelas del World Trade Center. Es un lugar de dolor y recuerdo colectivo, donde las exhibiciones son fragmentos de restos retorcidos y escombros de la destrucción.
Lo más conmovedor son las fuentes conmemorativas que ocupan el espacio de los edificios originales. En el lateral, grabados en bronce, están los nombres de las casi 3.000 víctimas. A diferencia de la mayoría de las otras fuentes, aquí el agua fluye hacia abajo y en el centro desaparece en un agujero negro, un abismo. La intención era simbolizar vidas perdidas que nunca podrán recuperarse. No importa cuánta agua fluya, el vacío nunca se llena.
Sin embargo, después de las tragedias de los últimos días y semanas, el monumento parece tener también otro mensaje. La violencia nunca termina. La sangre inocente sigue fluyendo. Cada pocos días hay más familias afligidas y aún más lágrimas.
«No hay que olvidar que de los cientos de musulmanes que mueren diariamente, la mayoría son a manos de otros musulmanes».
Está empezando a surgir una historia que se vuelve más clara con el tiempo. Asad Shah, el comerciante de 40 años de Glasgow, era un hombre profundamente querido que representaba todo lo bueno de la fe religiosa. Su delito fue desear a sus amigos y clientes cristianos una feliz Pascua.
Quería expresar gratitud a una nación cristiana que le había dado a él y a su familia un hogar donde podía practicar su fe sin miedo. Era un Amaddiya, miembro de una secta islámica considerada herética por algunos musulmanes. Al parecer, fue asesinado no sólo para silenciarlo sino para intimidar a otros que podrían haberlo seguido en el camino hacia la tolerancia religiosa. No hay que olvidar que de los cientos de musulmanes que mueren diariamente, la mayoría son a manos de otros musulmanes.
Los atentados suicidas con bombas en Lahore son parte de un patrón en el que los cristianos han sido aterrorizados en una franja cada vez mayor de países en todo el mundo. Sin duda, el ataque no fue en un sitio cristiano sino en un parque abierto a personas de todas las religiones. Pero los atacantes optaron por atacar en Semana Santa, sabiendo que muchas víctimas serían cristianos que iban o volvían de la oración.
Los cristianos están siendo perseguidos en unos 50 países, entre ellos Corea del Norte, Siria, Somalia y Sudán. En 2003 había 1,5 millones de cristianos en Irak; hoy unos miles. En Mosul, una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, los cristianos se vieron obligados a huir por el Estado Islámico (Isil) en el verano de 2014.
En Afganistán, la última iglesia fue incendiada hasta los cimientos en 2010. En Gaza, en 2007, después de la Tras el surgimiento de Hamás, la última librería cristiana fue destruida y su propietario asesinado. En Yemen, el Viernes Santo, el padre Tom Uzhunnallil, un sacerdote católico indio, fue crucificado por Isil. La limpieza étnica de los cristianos en todo el Medio Oriente es uno de los crímenes contra la humanidad de nuestro tiempo, y me horroriza que haya habido pocas protestas internacionales serias.
Pero el verdadero objetivo no es el cristianismo sino la libertad. Esto tampoco es una guerra. Las guerras se libran entre naciones, por ejércitos, y las víctimas previstas son los combatientes. Los terroristas no visten uniformes y sus víctimas previstas son civiles inocentes. Por mi parte, nunca olvidaré el episodio de hace dos semanas en Costa de Marfil, donde terroristas mataron a tiros a un niño de cinco años que suplicaba por su vida.
“Este tipo de movimiento no puede derrotarse únicamente con medios militares. El mundo necesita escuchar otra voz desde dentro del Islam”.
Ha habido épocas de terror antes, pero nunca a esta escala, y nunca con el tipo de tecnología que ha dado a los yihadistas la capacidad de radicalizar a personas en todo el mundo, algunos actuando como lobos solitarios, otros, como los atacantes de París y Bruselas. , trabajando en grupos pequeños, en los que a menudo participan miembros de la familia.
El objetivo de Isil es político: restablecer el Califato y hacer del Islam una vez más una potencia imperial. Pero hay otro objetivo compartido por muchos grupos yihadistas: silenciar a cualquiera y cualquier cosa que amenace con expresar una verdad diferente, otra fe, un enfoque diferente de la diferencia religiosa.
Esto es lo que se esconde detrás de los ataques a las caricaturas danesas; sobre los católicos tras un discurso del Papa Benedicto XVI; el asesinato de Theo van Gogh; y los ataques a Charlie Hebdo. El cálculo de los terroristas es que, a largo plazo, Occidente demostrará estar demasiado cansado para defender sus propias libertades. Están dispuestos a seguir cometiendo atrocidades durante el tiempo que sea necesario, décadas si es necesario.
Este tipo de movimiento no puede derrotarse únicamente con medios militares. El mundo necesita escuchar otra voz desde dentro del Islam, haciéndose eco de la mentalidad abierta que hizo de la España islámica entre los siglos VIII y XII el “ornamento del mundo”.
Necesitamos que personas de todas las religiones expresen su oposición activa al terrorismo en nombre de Dios. Fue Maquiavelo, no Mahoma, quien dijo que es mejor ser temido que amado. Fue Nietzsche, el ateo, quien vio la vida como voluntad de poder.
Ninguna religión genuina necesitó jamás de la violencia para demostrar su belleza, ni del terror para establecer su verdad. Esto no es fe sino sacrilegio.
UN PEDIDO A MI CREADOR
Dos semanas ya del colapso. Catorce días que nos traen nuevos rostros y nuevo nombres de quienes se suman a esta lista impensada y jamás concebida de víctimas. Toda una nación movilizada y unida…Una unidad inquebrantable que sólo Am Israel – “goi ejad ba-aretz”- ‘Pueblo Uno en la tierra’, puede demostrar y sostener en tiempos de quebranto y crisis, de rupturas y profunda tristeza…
Am Israel ha hablado desde su dolor. Y se ha movilizado. Norte, Sur, Este y Oeste son las coordenadas de una unión que no reconoce franjas poblacionales y distinciones de calidad de judaísmo…Nos hemos fusionado por horas y días, ya semanas, declarando en silencio que Am Israel está más vivo que nunca, a pesar de deber confrontar con el imperio de la oscuridad y la muerte…
Estamos en el tiempo de alentar y de ayudar. De sumarnos a ese conjunto maravilloso de personas que se acuestan y se despiertan no por el estruendo del enemigo bestial y desfigurado de quienes se denominan “humanos”; de seres a los cuales no les alcanza siquiera la denominación de bestias, porque las bestias creadas en el Bereshit, han demostrado ser más compasivas, ante todo con sus propios…Estos salvajes – “Pere Adam”- tal como se denomina a Yshmael (hoy los yihadistas), es la exacta definición que la sagrada Torá. Nos enfrentamos no a un grupo terrorista de tantos que produce Yshmael…Nos enfrentamos a un choque de civilizaciones y por ello esta guerra es ellos o nosotros…No hay alternativa lamentablemente. Aunque los Tratados de paz fueron parte –ya indiscutible- de las mentiras de la OLP, del Fatah, del Hamás, de la Yihad…de todo ese conjunto monstruoso de nombres que significan solo maldición…
“Lo yanuaj shebet ha-resha” mis queridos…’Porque el látigo de la maldad no se toma descanso’. Así estamos desde siempre, pero desde hace catorce días, lo hemos sentido en lo medular de la nación judía.
Ya no hay vuelta atrás. La herida sangrante del cuerpo de Am Israel y el trauma psicológico que lo acompaña cada hora y cada día, nos hace volver a mirar hacia dentro sin importar ya lo que diga el afuera…”Hine Am lebadad ishcón, ubagoím lo itjashav…” sentenció uno de los enemigos acérrimos a Israel, Bil’am –su nombre se pudra entre los miles de yihadistas de entonces y de hoy.
‘He aquí un pueblo que habita solo, y entre las naciones no ha tenido consideración’. Amenazas por doquier sentimos fuera de nuestro ‘pañuelo territorial’…Porque los desalmados e infrahumanos tienen socios en todas las latitudes. Y nosotros, los que sentimos de cerca el ‘Galut’, lo sabemos bien. Lo sentimos. Y lo escribo muy lejos de casa, sintiendo esa sensación que me acompañó de joven y como padre adulto…
Por eso y por todo ello, sólo me resta elevar un pedido al Boré Olam. Para que ‘vea’ desde su Trono Celestial una vez más, la profanación de Su Sagrado Nombre en la tierra, de aquellos que ostentan hablar de un “dios grande y poderos”, que no es más que un ídolo de elecciones baratas para justificar su bestialidad (con perdón ya de las bestias…).
Elevar decía un simple pedido: que Quiera traer de regreso a cada cautivo, entero y sano; que Acompañe a cada uno y una de nuestros valientes y arriesgados jayalím y sus comandantes, y los Proteja en cuerpo y alma; y como el Consuelo sólo le Pertenece a Él, que Quiera reconfortas a tantas y tantas familias, esposos y esposas, hijos e hijas, padre y madres – en síntesis- a todo Un Pueblo que continúa viviendo y viendo azorado el terremoto bestial que propició esta máquina de la maldad, la perversión y la crueldad…
Pero por sobre todo, le ruego a Mi Creador, que nos permita ver Sus Milagros y Maravillas – “Har-énu Niflaot” y que Su Nombre santificado cada día en nuestras plegarias, y que Su Nombre santificado por cada doliente al expresar su Kadish, que Nuestro Creador inflija la derrota final, definitiva sobre esta barbarie, y que vengue la sangre inocente de las víctimas, nuestros hermanas y hermanos de la Casa de Israel…
Ya no se trata mis queridos de ‘vivir y dejar vivir’. Se trata de exterminar la raíz del mal definitivamente. Entonces podremos afirmar más y más “Am Israel Jai veKayam”, el pueblo judío vive y permanece, y permanecerá por siempre…Un cariño y un abrazo desde la distancia, que ya no existe más allá de los miles de kms que hay…
“Shaalú Shelom Yerushaláim, ishlayú ohaváij”. Les pido desde lo profundo de un corazón henchido de dolor y consternación, ‘Rogad por la paz de Yerushalaim, que la Quietud alcance a quienes la aman…’.
Comenzando el 7 de MarJeshván, cuando las lluvias vienen a anunciar la bondad de D’s…
Mordejai Maarabi