Una enseñanza para nuestra Mesa de Shabat

La perashá Vayerá comienza con la famosa historia de los tres misteriosos visitantes a quienes Abraham gentilmente recibe en su tienda de Eloné Mamré. Al notar a los tres viajeros, Abraham inmediatamente comenta: “Mi señor… por favor no dejes a tu siervo” (“Ado-nai…al na ta’avor me’al avdeja”). La Guemará en Masejet Shevuot (35b) cita dos puntos de vista sobre si Abraham se dirige aquí a D’s, o a uno de los tres viajeros.

Según un punto de vista, D’s había estado hablando con Abraham cuando llegaron los hombres, y por lo tanto, al verlos, Abraham le pidió a D’s que no ‘lo dejara’, que esperara hasta que él hospedara a los visitantes antes de continuar con la visión profética.

La Guemará infiere este principio del hecho de que (según una opinión) Abraham interrumpió una revelación profética al ver a tres ángeles –a quienes erróneamente identificó como simples nómades– pasar cerca de su tienda. El hecho de que Abraham considerara apropiado poner a Dios “en espera”, por así decirlo, mientras atendía las necesidades de los cansados caminantes indica que la importancia de la hospitalidad excede la de kabbalat pené Shejinásaludar la presencia de la Shejiná”.

Rab Yosef Dov Soloveitchik ZTZ”L , explicó esta regla basándose en el conocido concepto halájico de kevod ha-beriot (dignidad humana). Mostrar preocupación por las necesidades de los viajeros cansados (sin importar su identidad) sirve como reflejo del valor general de kevod ha-beriot, al que se le otorga gran importancia en la Halajá y el pensamiento judío.

Rab Soloveitchik también trazó una asociación entre este incidente y la Halajá establecida al comienzo del segundo capítulo de Masejet Berajot que exige que uno interrumpa su recitación del Shemá para extender un saludo a personas como su padre o rabino. (Esta regla general está sujeta a varios detalles y condiciones que van más allá del alcance de nuestra discusión). La experiencia de kabalat ‘Ol Maljut Shamayim, aceptar sobre uno mismo el yugo de la realeza Divina, implica la afirmación de kevod ha-beriot – el respeto y la dignidad que se les debe a las criaturas del Todopoderoso.

Por lo tanto, sería incoherente con el tema esencial y el propósito del Shemá ignorar a una persona distinguida mientras se realiza esta mitzvá. Así como Abraham se despidió de D’s, por así decirlo, con el propósito de dar la bienvenida a los invitados, así también una persona debe interrumpir su declaración de compromiso con Maljut Shamayim con el fin de mostrar honor a ciertas personas.

Rab Soloveitchik señaló en este contexto que, irónicamente, encontramos en la siguiente narración de perashát Vayerá una expresión del motivo exactamente opuesto: el de la bajeza del hombre. Cuando Abraham se dirige a D’s en oración en nombre de la ciudad condenada de Sedom, reconoce su audacia al presentar tal petición, declarando: “anoji afar va-efer” – “Yo no soy más que polvo y ceniza” (18:27). Antes, Abraham había mostrado tanto respeto por tres extraños que interrumpió una revelación profética con el fin de darles la bienvenida. ¿Cómo podía entonces hablar tan degradantemente de un ser humano, refiriéndose a sí mismo como “polvo y ceniza”?

La respuesta, como señaló Rab Soloveitchik, se puede encontrar en la halajá antes mencionada que exige que se interrumpa el Shemá para extender un saludo. Si bien esto es cierto en lo que respecta a la recitación del Shemá, no se aplica a la plegaria de la Amidá, cuando una persona se encuentra realmente ante el Todopoderoso y se dirige a Él.

De hecho, la Mishná dictamina (Berajot 30b) que uno no puede interrumpir la amida para saludar o devolver un saludo a nadie, incluido un rey. Aparentemente, la experiencia de la oración, a diferencia de la recitación del Shemá, no es el momento para expresar kevod ha-beriot, el respeto y la dignidad que se les debe a los seres humanos.

La Tefilá es un ejercicio de humildad y sumisión; debe generar un sentido de «ke-dalim u-ke’rashim dafaknu delateja», que llamamos a la puerta del Todopoderoso como mendigos que mendigan un bocado de comida inmerecido para sobrevivir. En cierto sentido, el kevod ha-beriot se suspende durante la plegaria, que es un momento para reflexionar sobre la bajeza del hombre, su impotencia y su total dependencia de D’s para su propia supervivencia. En consecuencia, mientras que en el Shemá es apropiado interrumpir para expresar la grandeza e importancia del ser humano, la oración es un momento para centrar la atención únicamente en la grandeza del Todopoderoso y la mansedumbre del hombre.

Por lo tanto, no hay contradicción entre la expresión de kevod ha-beriot de Abraham al dar la bienvenida a los tres viajeros y su proclamación autocrítica, “anoji afar va-efer”. Esta proclamación fue hecha durante la plegaria, mientras se encontraba ante D’s para presentar sus pedidos, una experiencia que exige el reconocimiento de la bajeza del hombre, de que no es más que el polvo de la tierra. Si bien el ser humano es indudablemente una criatura elevada digna de respeto y dignidad, cuando uno se encuentra ante D’s en oración debe tener presente su posición frente a su Creador, que es en verdad “polvo y ceniza” en comparación con el poder y la autoridad de D’s.

¡¡Shabat Shalom uMeboraj!!

De todo corazón,

Mordejai Maarabi

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