Perashat Shofetím
El arribo del mes de Elul, provoca un llamado al ser humano. Un eco que viene desde lejos y que requiere de una participación más y más activa, de un involucramiento mayor así como responsable, entre los avatares del diario vivir, del cotidiano convivir.
Elul es la antesala del mundo de la Creación. Es todo lo creado antes que el ser humano. Porque Adám es sinónimo de ‘Tishré’, hora cuando un nuevo año se asoma por entre las puestas del sol y los amaneceres del Bereshit. Con Adám, Elul cobra significado y el universo llamado a la existencia, dinamismo y creatividad.
Pero… ¿Qué debe hacer el hombre creado a “imagen y semejanza de Su Creador”? Asumir compromisos. Desarrollar tareas. Ser responsable. Administrar con sabiduría los tiempos del vivir. Garantizar la sustentabilidad de un mundo que aguarda de él –de sus congéneres-, un espacio donde la vida y los principios que la rigen puedan ser inviolables. Deber es necesidad en el lenguaje de Bereshit.
“Ve-lajen nibrá adám iejidí”, afirmaron lo sabios. Y es por ello que Adám fue creado uno solo. ¿Para qué más? Un modelo. Un paradigma. Una acción y una reacción. Todo ello es suficiente para la creación. El valor del individuo asume un rol preponderante en tiempos cuando el mundo es llamado a existir. Adám es imagen y semejanza. Sólo él puede alcanzar los niveles del Creador. ‘Treparse’ a la escala de valores excluyentes que harán de él y su descendencia, modelos para la acción, ejemplos para la vida.
Es entonces cuando nos asomamos a la ventana del mes que ha comenzado para ver, para detener nuestra mirada a la tarea del Adám. Elul tiene una demanda: lograr plasmar a lo largo de sus días aquello que nos permita alcanzar el nacimiento de ‘Tishré’ y con ello, abrir las puertas de un mundo renovado…
Pues si queremos allegarnos antes las Puertas del Creador, y golpear tímidamente para pedir por nuestras vidas, por la de todos los que amamos, deberemos llevar con nosotros algo más que un pedido, o una súplica, o tal vez, una silenciosa plegaria…
¿Cómo se medirán las intenciones –las tantas y tan buenas intenciones- de las que llenamos nuestros días y que después del recorrido calendario, sólo quedaron en eso? ¿Será posible un mundo sólo de intenciones? ¿Alguien aceptaría una vida así? ¿Un relacionamiento con el otro, con mi prójimo, de ese modo? La respuesta es clara…
Nuestro Shabat nos regala una pequeña ‘receta’ para estos fines. “Shoftím ve-Shotrím titén leja be-jol shearéja…”. Debemos imponer jueces y guardianes en todos nuestros lugares de acceso.
Hombre –Juez. Hombre-Guardián. Adám… Allí las tareas encomendadas desde la Creación. Desde Tishré, aniversario de la creación del hombre. Pero con bases, fundamentos, que vienen desde Elul, ya que “un 25 de Elul el universo fue llamado a ser” afirmaron con elocuencia los sabios. Interesante dimensión. Yo como ser humano puedo llegar a Tishré si aprendo a tomar conciencia de Elul. De lo que me ‘precede’. Soy lo último en los espacios de la creación, pero el primero en marcar la dinámica de los mismos. La trascendencia de los mismos. La esencia de todo lo creado. Debo ser juez y a la vez, cuidar que esa justicia sea sustentable y sostenible…
“Ishpot tebel be-tzedek, ve-amím be-mesharím…” cantamos entre los Tehilím de bienvenida al Shabat, ¿lo recuerda? Allí decimos que HaKadosh Baruj Hú ‘juzgará al universo con justicia y a los pueblos con rectitud’. Allí nace entonces la ‘imagen y semejanza’. Vamos a ‘parecernos’ en lo que debemos. En lo que necesitamos. Porque insistimos: deber es necesidad en el lenguaje de Bereshit.
Es por ello que nuestro Jumash Devarím propone –justo en tiempos cuando nace Elul– el tema de los jueces y la custodia de la ley. A partir nuestro. Para hacer un mundo viable. Transitable. Posible. Pero por sobre todo, un mundo justo, donde la justicia y los jueces no ‘merezcan ser juzgados’. Donde la justicia y los jueces y donde la policía –el brazo ejecutor de la justicia-, cumplan con sus deberes, no los incumplan. Donde el valor más preciado no sea la coima, sino el derecho. Donde los estrados del jueces y los asientos de la policía se vean limpios de cualquier sutileza o impureza, como la corrupción…
“Shoftím y Shotrím” son los ejes que marcan nuestra perashá semanal. Devarím es el espejo de Bereshit, porque este último abre las compuertas de nuestra Torá y Devarím las cierra. Y si usted querido lector lo puede apreciar, nuestra sagrada Torá es una y única. Desde el principio hasta el final. Un D’s la ha dictado, un solo hombre ha sido su fiel escriba. La justicia y cómo preservarla es el nervio motor que da vida a toda la existencia. Y nosotros, los pequeños –pero ¡enormes!- seres humanos, los que debemos –que necesitamos-, garantizarla.
El sabio ‘Ben Ish Jai’ que usted bien conoce, aporta una idea originalísima a partir del Midrash Tanjumá. Él nos dice que dicha fuente enseña que “los shoftím, son los jueces, y los shotrím, son los parnasím –los dirigentes- que conducen a una comunidad”.
El autor sostiene que ‘los jueces –shoftím- toda su integridad transcurre por su boca. Con ella pueden acusar al culpable y salvar al inocente. Pero, si por alguna causa ellos llegan a tergiversar su palabra o cerrar su boca –porque temen de algún otro factor humano, entonces de seguro destruirán el mundo –nuestro mundo- que es la antesala del mundo venidero, mundo donde todo es justicia y rectitud…’.
Interesante lectura de los jueces…Tan moderna como sugestiva. (¿Habría diarios ya en Bagdad en aquella época?). Pero, ¿qué hay de los parnasím, los “shotrím” de nuestra perashá, los dirigentes, los que conducen y guían a la comunidad?
Aquí el Ben Ish Jai entiende que la fuerza de los mismos pasa por otro lugar. La integridad de ellos pasa porque ‘deben ser cabeza y no cola –rosh y no zanav en su lenguaje-, es decir, que deben ser siempre una suerte de ‘cabeza’ como la que está siempre por encima del todo, arriba de nuestro cuerpo, y que puede ver y observar a todo el cuerpo –todo lo que le acontece. Así ellos, los parnasím=dirigentes, deben prestar atención a los aconteceres de la comunidad, ver las dificultades, tratar de corregirlas y conducir a la gente por el camino recto y bueno’.
Si por el contrario deciden ser “zanav” –cola-, que no ven nada y adulan a las personas sin reprenderles ni demostrándoles su equivocación, son como destructores del mundo.
Y para culminar su demostración, el Ben Ish Jai nos propone un ejercicio: La prueba de lo que digo sostiene el autor, es que si tomas la palabra shoFtim y le quitas la “Pé” (¡la letra que quiere decir la boca!!), resultará: ‘SHOTÍM’ (que significa ‘Tonto’…Juez sin Boca es un tonto!); lo mismo ocurrirá con “shotRím”, ya que si le quitas la “R” (Reish= Rosh!!!) te quedará “SHOTÍM”…
Por eso, afirma el sabio, la perashá dice: “Shoftím ve-Shotrím titen lejá”: enteros, ¡que nos falte ninguna letra!!
Llegó Elul. Tiempo a partir del cual, debemos llamarnos con todos las letras…
¡Un hermoso Shabat en familia!
¡Que seamos meritorios de ver el consuelo de Tzión y la reconstrucción de Yerushaláim!
Rab Mordejai Maarabi
Ex Gran Rabino del Uruguay
Rabino de la Kehilá ‘Torá veJaim’, Ra’anana
Bet Midrash ‘Sifté Cohen’, Ra’anana
Ulpán Giyur «Mekor Jaim», en idioma español